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HASTA LAS NARICES !!!

Cosas de ambulatorio

De decidido reeditar el artículo original para que se acabe esta estúpida polémica, para que así quede esto de forma clara.

El artículo es producto de una fusión. Originariamente estaba sí concebido

Hay un personaje que el ojo que todo lo ve, quiere dedicarle su atención: el abuelo parlachín con desconcocidos. Personaje muy especial donde los haya, muy común en los ambulatorios de la Seguridad Social.

J* decía: "Estoy en la consulta del otorrino, más concretamente en la sala de espera. Ya sabes que en la sala de espera del medico siempre está el típico viejecito que te da la chapa y que como se aburre pues se inventa una enfermedad para matar el tiempo. Pues nada, dicho viejecito estaba solo cuando llegue, muy hábil yo, que de esto se un poco, evite sentarme al lado suyo. A los cinco minutos llega otro individuo y el sí se sienta al lado suyo. Lo que está claro que iba a suceder, sucedió. El abuelete empezó a hablar con el hombre que acaba de entrar, más bien aquello era un monologo,... le contaba sobre sus nietas y sobre sus operaciones, a parte de muchas otra cosas, imagínate lo que da tiempo a contar en una interminable espera de la seguridad social.
Pues nada, la victima cada vez abría los ojos más. Hasta que llega una mujer (su esposa imagino) y empiezan a hablar por lenguaje de signos... imagínate las caras de los que estábamos allí...

Prometo que solo me reí un poco”

Mi historia, ocurrió un 16 de agosto en el centro de especialidades del area 6. Y, siendo sincero, me sorprendió mucho el hecho de que un hecho de similares caracterísitcas con idénticos persoanjes y situación me hubiera ocurrido a mí también. Y es que, el mundo es una caja de sorpresas cotidianas que no deja de sorprender a veces con pequeñas casualidades, colandose por las gateras como si fuera algo habitual en el funcionamiento de esta nave nodriza llamada tierra.

Uso gafas desde que tengo uso de razón y anualmente tengo que acudir a revisiones al oftalmólogo. Al ambulatorio al que acudo (por zona), tiene como elemento común, que se comparten salas de espera entre los diferentes “despachos”. Aún así me parecen lugares muy lúgrubes con un estilo decorativo, que más que ayudar al enfermo, lo empeoran más de lo que está. En este tipo de salas es normal que te encuentres con tipejos de muy diversa condición, a cual más raro. Entre la fauna que nos podemos encontrar en estos lugares, es el típico abuelote muy mayor que se pone hablar con el primero que se encuentra, porque parecen necesitar una píldora diaria de socialización.

La única defensa que tenemos contra estas especimenes es la de leer el periódico o cualquier revista, o en su defecto, dar pasos perdidos arriba-abajo en la sala, en el que hago muy a menudo, pues cuando voy al médico, si hay algo que en cierto sentido me molesta, es que esta personas se pongan ha hablar con uno de todo, sin conocerte de nada, así de buenas a primeras.

Cansado de pasear, me senté a leer el periódico. Me encontraba solo, esperando mi turno... y eso que me citaron al las 11 de la mañana, pero ya eran las 11:35. Vamos , que me iban a hacer perder la mañana, como es costumbre en los ambulatorios de la Seguridad Social, y eso que llevaba mucho tiempo sin ir a uno. Del pasillo, aparece este personaje. El sujeto, lucía unas gafas de culo de botella, que ni salen ya en los tebeos y con “sonotone”. Su traje me recordaba la ropa que mi abuelo utilizaba cuando iba a su pequeño huerto a cuidar de las tomateras que acostumbraba a plantar por esta época. Pensaba que personajes como estos estarían ya civilizados. Me equivoqué.

Y el tiempo no tardó en darme la razón. Al rato, otra persona mayor se acercó a la sala de espera. Yo seguía sentado, leyendo la sección de sucesos, y pasó lo que tenía que pasar. Aquel abuelote, se sentó al lado de aquel hombre mayor, más joven por supuesto y empezó su conversación, como si hubiera encontrado ya a su víctima propicia para la tortura. Su voz era muy particular. Miraba mucho a los labios, casi como si tuviera la necesidad de leerlos para saber que contestar o decir. Le contó de todo, su vida, sus hazañas bélicas en la Guerra Civil y de cómo se había quedado sordo, su problemas de salud actuales... hasta de sus nietas. ¿acaso aquél hombre nos las habrá aleccionado a sus nietas que no hay que hablar con desconocidos? ¡Pues buen ejemplo se aplica a sí mismo! Para él no regía esa regla, él seguía con su constante monólogo, mientras aquel hombre, resignado a su suerte, lo único que le quedaba era seguía asintiendo con la cabeza ante semejante sopor.

Alcé de nuevo la cabeza por encima del periódico, y observé, como cada vez. Sus ojos iban abriéndose más y más. Casi en un momento le había regalado a sus oídos una biografía entera. No sé que pasaría por la mente de aquel hombre, pero su rostro reflejaba una tremenda cara de circunstancia. Suspiraba aliviado de haber tenido la suerte de haber comprado el periódico. Al menos tenía la excusa perfecta para no haber sido yo la víctima de tal inefable sujeto.

Lo mejor vino después. Casi como un chiste de Wenceslao. Aquel boceto daliniano de surrealismo se tornó en cuadro, al aparecer una señora mayor. Debería ser su esposa, sólo por aquella mirada que parecía decir todo sin palabras.

Ocurrió algo que me dejó perplejo. ¡comenzaron los dos a hablar en lenguaje de signos! Y parecían entenderse perfectamente. En aquel momento me llamaron para entrar ya a consulta. No podía dejar de reírme en mi fuero interno, como supongo que también lo harían el resto de gente que empezó a llegar a la sala de espera y en especial una chica joven que se sentó a mi lado. Lo que da para ver un 16 de agosto...

Y es que situaciones como estas se dan en muchos lugares.


El artículo que escribí fue una fusión del relato de J* y mi historia. Me parecía más estético cuando lo dejé en la versión que se publicó. Por ello y para que no hay ninguan problmática más, he querido recuperar el borrador original, porque cosas como estas suceden en muchos sitios, en muchos lugares, con diferentes personas... y era la intención que tenía. Poner de manifiesto este arquetipo de persona, que me provoca cierta ironía. No creo que por ello sea merecedor de plagio, solo quería dar cuanta (con mal acierto tal vez... “errare humanun est”) sobre estos personajes que a la postre es “lo que el ojo ve”. Mantengo una copia de seguridad del eliminado, que en cuanto resuelva un pequeño problema técnico con la copia -que ahora no me deja restaurar el blog-, lo volveré a colgar para que podáis ver el resultado de la fusión."

2 comentarios

e... -

Son verosímiles las dos. Ser benévolos, los viejos necesitan hablar y fabulan con su pasado. Muchas veces las idas al hospital o al ambulatorio son su relación social.
Anécdotas se cientos,pero no es cuetión d erepetir.
(conste que a veces cuentan cosas increibles. La senilidad deshinibe)

CAPITAN CALANDRAKA -

no se, no se... es que es mucha casualidad. Por cierto, los tomates no se plantan en esta epoca del año, ahora se plantan acelgas.